¿Qué Significa Ser Sal De La Tierra Y Luz Del Mundo?

Jesús dijo a sus discípulos:

“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:13-16).

¿Qué quiso decir Jesús con estas palabras? ¿Qué implica ser sal de la tierra y luz del mundo para los cristianos? ¿Cómo podemos cumplir con esta misión que nos ha encomendado el Señor? En este artículo vamos a reflexionar sobre el significado y la aplicación de esta enseñanza de Jesús.

Qué implica ser sal de la tierra y luz del mundo para los cristianos

Índice
  1. ¿Qué significa ser sal de la tierra?
  2. ¿Qué significa ser luz del mundo?
  3. Conclusión

¿Qué significa ser sal de la tierra?

La sal es un elemento muy importante para la vida humana. Tiene varias funciones, como conservar los alimentos, dar sabor, purificar y sanar. En la época de Jesús, la sal era muy valiosa y se usaba como moneda de cambio. La sal también simboliza la sabiduría, la pureza y la alianza.

Cuando Jesús dice que sus discípulos son la sal de la tierra, les está dando una gran responsabilidad y un gran privilegio. Les está diciendo que ellos tienen la misión de preservar el mundo de la corrupción, de dar sabor a la vida con el evangelio, de purificar y sanar las heridas del pecado, de mostrar la sabiduría y la pureza de Dios, y de ser testimonios de su alianza de amor con la humanidad.

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Ser sal de la tierra implica vivir conforme a la voluntad de Dios, practicar las bienaventuranzas, cumplir los mandamientos, amar a Dios y al prójimo, ser humildes, misericordiosos, pacificadores y justos. Ser sal de la tierra implica también anunciar el mensaje de salvación a todos los que no lo conocen, hacer discípulos de todas las naciones, enseñarles a guardar todo lo que Jesús mandó.

Esta frase significa también no perder el sabor ni el valor que Dios nos ha dado. Si la sal se desvanece o se contamina, deja de ser útil y se desecha. Así también, si los cristianos nos apartamos de Dios o nos conformamos al mundo, dejamos de ser sal y perdemos nuestra identidad y nuestro propósito. Por eso Jesús nos advierte que debemos permanecer fieles a él y a su palabra.

¿Qué significa ser luz del mundo?

La luz es otro elemento esencial para la vida humana. Sin luz no hay visión ni dirección. La luz disipa las tinieblas, revela la verdad, guía el camino y da calor. En la Biblia, la luz es un atributo de Dios y una metáfora de su presencia, su gloria, su palabra y su hijo.

Cuando Jesús dice que sus discípulos son la luz del mundo, les está confiando una gran tarea y un gran honor. Les está diciendo que ellos tienen la función de iluminar el mundo con el conocimiento de Dios, de disipar las tinieblas del mal y del error, de revelar la verdad del evangelio, de guiar a los perdidos hacia el camino de la salvación y de dar calor con el amor de Dios.

Ser luz del mundo implica reflejar el carácter y las obras de Dios en nuestra vida diaria. Implica manifestar su gracia, su bondad, su santidad, su poder y su fidelidad. Esto también nos llama a proclamar las buenas nuevas de Jesucristo a todos los que viven en las sombras de la muerte, a dar testimonio de su resurrección y su señorío, y a invitarlos a creer en él y para que le sigan.

Esto implica también no esconder ni apagar la luz que Dios nos ha dado. Si la luz se oculta o se cubre, deja de cumplir su función y se desperdicia. Así también, si los cristianos nos avergonzamos de Dios o de su evangelio, o si nos dejamos influenciar por las tinieblas, dejamos de ser luz y perdemos nuestro sentido y nuestro destino. Por eso Jesús nos anima a que dejemos brillar nuestra luz delante de los hombres, para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos.

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Conclusión

Ser sal de la tierra y luz del mundo es una vocación y una misión que Jesús nos ha dado a todos los que somos sus discípulos. Es una forma de participar en su obra redentora y transformadora. Es una manera de honrar a Dios y de servir a nuestro prójimo. Es un desafío y una oportunidad para vivir como hijos de Dios y como ciudadanos del reino de los cielos.

Para ser sal de la tierra y luz del mundo, necesitamos estar unidos a Jesús, que es la verdadera sal y la verdadera luz. Él es el que nos da el sabor, el valor, la iluminación y el calor que necesitamos. Él es el que nos capacita, nos guía y nos acompaña en esta misión. Él es el que recibe toda la gloria por lo que hacemos en su nombre.

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