La Humildad Es La Clave Para Acercarnos A Dios
La humildad es el reconocimiento de nuestra limitación, nuestra dependencia y nuestra necesidad de Dios. La humildad es la renuncia a nuestro orgullo, nuestra autosuficiencia y nuestra rebeldía. Se trata de la sumisión a la autoridad, la sabiduría y la voluntad de Dios. La humildad es la clave para acercarnos a Dios.
¿Qué es la humildad?
La humildad es el reconocimiento de nuestra limitación, nuestra dependencia y nuestra necesidad de Dios. Reconocer nuestra limitación significa aceptar que somos criaturas finitas, frágiles y falibles, que no tenemos todo el poder, todo el conocimiento ni toda la capacidad que quisiéramos.
Esto significa admitir que somos criaturas necesitadas, carentes y deudoras, que no podemos vivir sin el sustento, sin la gracia ni sin el perdón de Dios. Se trata de reconocer nuestra necesidad significa confesar que somos criaturas perdidas, pecadoras y condenadas, que no podemos salvarnos sin el amor, sin la misericordia ni sin la obra de Dios.
La humildad es la renuncia a nuestro orgullo, nuestra autosuficiencia y nuestra rebeldía. Renunciar a nuestro orgullo significa dejar de pensar que somos más de lo que somos, que nos merecemos más de lo que tenemos o que sabemos más de lo que sabemos. Debemos renunciar a nuestra autosuficiencia y dejar de confiar en nosotros mismos, en nuestras fuerzas o en nuestros recursos, y depender de Dios, de su poder y de su provisión.
La humildad es la sumisión a la autoridad, la sabiduría y la voluntad de Dios. Someterse a la autoridad de Dios significa reconocer que él es nuestro Creador, nuestro Señor y nuestro Juez, que tiene todo el derecho, todo el poder y toda la soberanía sobre nosotros.
Someterse a la sabiduría de Dios significa reconocer que él es nuestro Maestro, nuestro guía y nuestro consejero, que tiene todo el conocimiento, toda la verdad y toda la razón sobre nosotros. Someterse a la voluntad de Dios implica reconocer que él es nuestro Padre, nuestro Salvador y nuestro Rey, que tiene todo el amor, toda la bondad y toda la fidelidad hacia nosotros.
¿Por qué debemos ser humildes?
Debemos ser humildes porque Dios nos manda a serlo, porque Dios nos enseña a serlo y porque Dios nos bendice al serlo. Ser humilde es un mandato de Dios, que expresa su voluntad y su autoridad. Ser humilde es una enseñanza de Dios, que expresa su amor y su gracia. Se trata de una bendición de Dios, que expresa su poder y su gloria.
Debemos ser humildes porque Dios nos manda a serlo. Él quiere que seamos humildes porque él es santo, justo y bueno. Él quiere que seamos humildes porque él aborrece el pecado, el orgullo y la soberbia. Él quiere que seamos humildes porque él busca adoradores en espíritu y en verdad. Pedro dice:
“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5).
Debemos ser humildes porque Dios nos enseña a serlo. Él nos enseña a ser humildes por medio de su palabra, de su Hijo y de su Espíritu Santo. Su palabra nos enseña a ser humildes al revelarnos quién es él, quiénes somos nosotros y qué debemos hacer.
El hijo de Dios nos enseña a ser humildes al mostrarnos el ejemplo perfecto, la prueba suprema y el modelo supremo de humildad. Su Espíritu Santo nos enseña a ser humildes al convencernos de pecado, de justicia y de juicio. Jesús dice:
“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29).
Debemos ser humildes porque Dios nos bendice al serlo. Él nos bendice al ser humildes al acercarnos a él, al exaltarnos y al usarnos. Él nos acerca a él cuando somos humildes, porque él se complace en los que le temen, en los que esperan en su misericordia y en los que le buscan de todo corazón.
Dios nos exalta cuando somos humildes, porque él da gracia a los humildes, los levanta del polvo y los hace sentar con los príncipes. Él nos usa cuando somos humildes, porque él escoge lo débil, lo vil y lo menospreciado del mundo para confundir a lo fuerte, a lo sabio y a lo noble. Santiago dice:
“Humillaos delante del Señor, y él os exaltará” (Santiago 4:10).
¿Cómo podemos ser humildes?
Podemos ser humildes al reconocer nuestra limitación, nuestra dependencia y nuestra necesidad de Dios. Podemos ser humildes al renunciar a nuestro orgullo, nuestra autosuficiencia y nuestra rebeldía. La humildad también tiene que ver con someternos a la autoridad, la sabiduría y la voluntad de Dios.
Al reconocer nuestra limitación, nuestra dependencia y nuestra necesidad, entender nuestra limitación al aceptar nuestras debilidades, nuestros errores y nuestras faltas estamos siendo humildes. Podemos reconocer nuestra dependencia al pedir ayuda, consejo y oración. Podemos reconocer nuestra necesidad al confesar nuestros pecados, nuestras carencias y nuestras aflicciones.
Mira TambiénLevanten Alabanzas A Dios, Porque Él Nos Ama, Es Misericordioso Y Su Fidelidad Es EternaPodemos ser humildes al renunciar a nuestro orgullo, nuestra autosuficiencia y nuestra rebeldía. Podemos renunciar a nuestro orgullo al no presumir, al no jactarnos y al no despreciar. Tenemos también que renunciar a nuestra autosuficiencia al no confiar en nosotros mismos, en nuestras fuerzas o en nuestros recursos, sino en Dios, en su poder y en su provisión.
Debemos alejarnos de nuestra rebeldía al no desobedecer a Dios, resistirnos a su voluntad u oponernos a su autoridad, sino obedecerle, someternos y honrarle. Podemos ser humildes al someternos a la autoridad, la sabiduría y la voluntad de Dios.
Es necesario someternos a la autoridad de Dios al respetar sus mandamientos, sus juicios y sus designios. Podemos someternos a la sabiduría de Dios al seguir sus instrucciones, sus consejos y sus caminos. Debemos y tenemos que someternos a la voluntad de Dios al hacer su obra, su reino y su gloria si deseamos ser humildes.
Conclusión
La humildad es la clave para acercarnos a Dios. Él es el que nos manda a ser humildes, nos enseña a ser humildes y nos bendice al ser humildes. El Señor es el que nos da la gracia, el ejemplo y el fruto de la humildad por medio de su Espíritu Santo. Es quien complace en los humildes, los exalta y los usa para su gloria.
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