La Bendición De Dar Y Sembrar En El Reino De Dios: Un Acto De Fe Y Generosidad
Dar y sembrar en el reino de Dios es un principio central en la vida cristiana. A través de este acto de fe y generosidad, experimentamos la bendición de Dios y somos instrumentos para la expansión de su obra en la tierra. En este artículo, exploraremos la importancia de dar y sembrar en el reino de Dios, basándonos en la enseñanza bíblica y comprendiendo cómo este acto de obediencia trae recompensas espirituales y materiales.
El Principio de dar y sembrar en la Biblia
El principio de dar y sembrar está presente a lo largo de toda la Biblia. Desde los tiempos del Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, Dios llama a su pueblo a ser generoso y a sembrar en su reino. En Proverbios 11:24-25, leemos:
"Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado".
El Nuevo Testamento también nos anima a sembrar con generosidad. En 2 Corintios 9:6-7, el apóstol Pablo enseña:
"Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre".
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Dar y sembrar: Un acto de fe
Dar y sembrar en el reino de Dios es un acto de fe y confianza en la provisión divina. Cuando damos, confiamos en que Dios suplirá todas nuestras necesidades según sus riquezas en gloria (Filipenses 4:19). Al sembrar, creemos que Dios multiplicará nuestras semillas para bendición y expansión de su obra en la tierra.
Abraham es un ejemplo de fe en el acto de dar. Cuando Dios le pidió que ofreciera a su hijo Isaac como sacrificio, Abraham obedeció sin vacilar, creyendo que Dios era capaz de resucitarlo de entre los muertos (Hebreos 11:17-19). Su acto de fe le valió la promesa de Dios de multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar.
La generosidad que agradece a Dios
Dar y sembrar en el reino de Dios es una expresión de gratitud hacia Dios por todo lo que ha hecho por nosotros. En 2 Corintios 8:9, se nos recuerda que Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por amor a nosotros, para que nosotros, por su pobreza, fuésemos enriquecidos.
Cuando entendemos el sacrificio de Jesús por nuestra salvación, somos movidos a dar generosamente y a sembrar en su reino como una forma de agradecerle por su amor y gracia. Nuestra generosidad es un reflejo de la generosidad de Dios hacia nosotros.
La promesa de Dios de multiplicar nuestras semillas
Dios es fiel en cumplir sus promesas, y su Palabra nos asegura que aquellos que siembran generosamente también cosecharán abundantemente (2 Corintios 9:6). Cuando sembramos en el reino de Dios, podemos estar seguros de que Dios multiplicará nuestras semillas y nos bendecirá en abundancia.
En Malaquías 3:10, Dios invita a su pueblo a probarlo en cuanto a la ofrenda y promete abrir las ventanas de los cielos y derramar bendición hasta que sobreabunde. La obediencia en dar y sembrar en el reino de Dios desencadena la provisión sobrenatural de Dios en nuestras vidas.
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La bendición de ser canales de bendición
Cuando damos y sembramos en el reino de Dios, nos convertimos en canales de bendición para otros. Nuestra generosidad impacta la vida de aquellos que reciben nuestra ayuda y hace posible que la obra de Dios se extienda y alcance a más personas.
En 2 Corintios 9:11, Pablo nos asegura que seremos enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. Al dar y sembrar, no solo recibimos bendiciones, sino que también somos instrumentos para que otros agradezcan a Dios y experimenten su amor y cuidado.
La actitud del corazón en el dar y sembrar
La actitud del corazón en el acto de dar y sembrar es crucial para recibir la bendición de Dios. En 2 Corintios 9:7, se nos exhorta a dar con alegría y de corazón, no de manera forzada ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre.
Cuando damos con un corazón agradecido y desinteresado, Dios nos recompensa con su favor y gracia. Nuestra generosidad no debe estar motivada por el deseo de recibir algo a cambio, sino por el amor y la devoción a Dios y el deseo de bendecir a los demás.
Conclusión
Dar y sembrar en el reino de Dios es un acto de obediencia, fe y gratitud. Al dar generosamente, confiamos en la provisión de Dios y somos canales de bendición para otros. Al sembrar en el reino de Dios, experimentamos la multiplicación de nuestras semillas y la recompensa de Dios por nuestra obediencia. Al dar y sembrar en el reino de Dios, somos partícipes de su obra en la tierra y experimentamos su bendición en nuestra vida y la vida de aquellos que reciben nuestra ayuda.
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