Encomienda Tus Caminos Al Señor, Confía En Él Y Él Actuará

La vida es un camino que tiene muchas direcciones, decisiones y desafíos. A veces el camino es claro y fácil, otras veces es confuso y difícil. A veces el camino nos lleva a lugares de bendición y gozo, otras veces nos lleva a lugares de prueba y dolor. A veces el camino nos muestra el propósito y la voluntad de Dios, otras veces nos hace dudar y cuestionar a Dios.

Sin embargo, la Biblia nos enseña que hay una forma de vivir el camino de la vida con seguridad, con paz y con esperanza. Esa forma es encomendar nuestros caminos al Señor, confiar en él y esperar su acción. Encomendar nuestros caminos al Señor significa entregarle a él nuestros planes, nuestros proyectos y nuestros sueños. Confiar en él significa creerle a él sus promesas, sus recursos y su presencia. Esperar su acción significa aguardar a él su tiempo, su forma y su resultado.

Encomienda tus caminos al Señor

Índice
  1. ¿Qué significa encomendar nuestros caminos al Señor?
  2. ¿Qué significa confiar en el Señor?
  3. ¿Qué significa esperar la acción del Señor?
  4. Conclusión

¿Qué significa encomendar nuestros caminos al Señor?

Encomendar nuestros caminos al Señor significa entregarle a él nuestros planes, nuestros proyectos y nuestros sueños. También implica reconocer que él es el dueño de nuestra vida, el autor de nuestra historia y el guía de nuestro destino. Esto incluye renunciar a nuestro orgullo, a nuestra autosuficiencia y a nuestra rebeldía. Para esto debemos someternos a la autoridad de Dios, a su sabiduría y a su voluntad.

Encomendar nuestros caminos al Señor implica tres pasos: consultarle, obedecerle y seguirle. Consultarle significa buscar su dirección, su consejo y su aprobación antes de tomar cualquier decisión o acción. Obedecerle significa acatar su mandato, su instrucción y su corrección cuando nos habla por medio de su palabra o de su Espíritu. Seguirle implica imitar su ejemplo, su carácter y su misión cuando nos muestra por medio de su Hijo o de sus siervos.

Encomendar nuestros caminos al Señor tiene tres beneficios: nos da seguridad, nos da paz y nos da esperanza. Nos da seguridad porque sabemos que él conoce el fin desde el principio, que él tiene el control de todas las cosas y que él obra todas las cosas para bien de los que le aman (Romanos 8:28).

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Nos da paz porque sabemos que él cuida de nosotros como un buen pastor, que él provee para nosotros como un buen padre y que él intercede por nosotros como un buen amigo (Juan 10:11; Mateo 6:32; Hebreos 7:25). Nos da esperanza porque sabemos que él cumple sus promesas, que él hace milagros y que él tiene preparado un futuro glorioso para nosotros (Números 23:19; Lucas 1:37; Jeremías 29:11).

¿Qué significa confiar en el Señor?

Confiar en el Señor significa creerle a él sus promesas, sus recursos y su presencia. Significa reconocer que él es fiel, poderoso y amoroso. Esto implica también depender de él con humildad, con sencillez y con gratitud. Significa esperar en él con paciencia, con perseverancia y con alegría.

Confiar en el Señor implica tres actitudes: fe, oración y alabanza. Fe significa creer lo que Dios dice aunque no lo veamos, aunque no lo entendamos o aunque no lo sintamos. Fe significa afirmar lo que Dios es, aunque las circunstancias digan lo contrario, aunque el enemigo nos acuse o aunque nuestra carne nos desanime.

Fe significa declarar lo que Dios hará aunque parezca imposible, aunque tarde en llegar o aunque cueste sacrificio. Orar significa hablar con Dios como nuestro Padre celestial, como nuestro Salvador personal y como nuestro Amigo fiel. Orar significa expresarle a Dios nuestras necesidades, nuestras peticiones y nuestras gracias. Implica escuchar a Dios cuando nos habla por medio de su palabra o de su Espíritu.

Alabar es reconocer a Dios por quién es y por lo que hace, es agradecer a Dios por sus obras, por sus dones y por sus beneficios. Alabanza también significa glorificar a Dios con nuestra boca, con nuestro cuerpo y con nuestra vida.

Confiar en el Señor tiene tres beneficios: nos da fuerza, nos da consuelo y nos da victoria. Nos da fuerza porque sabemos que él nos sostiene con su mano derecha, que él nos capacita con su Espíritu Santo y que él nos defiende con su brazo fuerte (Isaías 41:10; Efesios 3:16; Salmo 89:13).

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Nos da consuelo porque sabemos que él nos comprende como un sumo sacerdote compasivo, que él nos acompaña como un amigo cercano y que él nos restaura como un buen médico (Hebreos 4:15; Proverbios 18:24; Salmo 103:3).

El Señor nos da victoria porque sabemos que él pelea por nosotros como un guerrero valiente, que él intercede por nosotros como un abogado justo y que él vence por nosotros como un rey glorioso (Éxodo 15:3; 1 Juan 2:1; Apocalipsis 19:16).

¿Qué significa esperar la acción del Señor?

Esperar la acción del Señor significa aguardar a él su tiempo, su forma y su resultado. Quiere decir reconocer que él es el soberano, el sabio y el bueno. Implica aceptar su voluntad, su plan y su propósito. Significa confiar en su poder, en su amor y en su fidelidad.

Esperar la acción del Señor implica tres condiciones: humildad, paciencia y obediencia. Humildad significa reconocer nuestra limitación, nuestra dependencia y nuestra necesidad de Dios. Esto quiere decir renunciar a nuestra soberbia, a nuestra autosuficiencia y a nuestra rebeldía. Implica someternos a la autoridad, a la sabiduría y a la voluntad de Dios. Paciencia significa soportar con calma y sin quejarse las demoras, las dificultades o las ofensas.

Estamos hablando también de renunciar a nuestra impaciencia, a nuestra ansiedad y a nuestra amargura. Implica confiar en el tiempo, en la forma y en el resultado de Dios. Obediencia significa acatar con diligencia y sin excusas los mandatos, las instrucciones o las correcciones de Dios. Esto implica renunciar a nuestra desobediencia, a nuestra resistencia y a nuestra indiferencia. También implica cumplir la voluntad, el plan y el propósito de Dios.

Esperar la acción del Señor tiene tres beneficios: nos da seguridad, nos da paz y nos da alegría. Nos da seguridad porque sabemos que él no se tarda ni se olvida de sus promesas, sino que es puntual y fiel (2 Pedro 3:9; Hebreos 10:23). Nos da paz porque sabemos que él no se equivoca ni se confunde en sus planes, sino que es perfecto y bueno (Romanos 8:28; Salmo 18:30). Nos da alegría porque sabemos que él no se queda corto ni se limita en sus obras, sino que es abundante y sorprendente (Efesios 3:20; Jeremías 33:3).

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Conclusión

Encomienda tus caminos al Señor, confía en él y él actuará. Él es el dueño de tu vida, el autor de tu historia y el guía de tu destino. Él es fiel, poderoso y amoroso. Él es el soberano, el sabio y el bueno. Entrega tus planes a él, cree sus promesas y espera su acción. Él te dará seguridad, paz y esperanza. Él te dará fuerza, consuelo y victoria. Él te dará un futuro glorioso con Cristo. Esto debe animarnos a vivir para la gloria de Dios y a compartir el evangelio con los que aún no lo conocen.

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