En Una Crisis, A Quién Acudes Tú, Acude A Dios

La vida está llena de momentos difíciles, de situaciones que nos ponen a prueba, de desafíos que nos hacen sentir débiles, de problemas que nos agobian y nos llenan de angustia. Estas son las crisis que todos enfrentamos en algún momento de nuestra existencia, y que nos hacen cuestionarnos sobre el sentido y el propósito de nuestra vida.

¿Qué hacemos cuando nos encontramos en una crisis? ¿A quién acudimos cuando nos sentimos solos, desesperados, confundidos, temerosos, tristes o enojados? ¿Cómo reaccionamos ante las adversidades que se nos presentan? ¿Cómo podemos superar las crisis y salir fortalecidos de ellas?

En una crisis a quién acudes tú, acude a Dios

La Biblia es una guía fiel y segura que nos enseña cómo podemos actuar frente a estas situaciones, que llegan a nuestra vida sin previo aviso. Esta es una pregunta que puede tener muchas respuestas, pues cada circunstancia por la que pasa una persona puede ser muy diversa y profunda. Sin embargo, hay una respuesta que es común y válida para todos los casos: acudir a Dios.

Índice
  1. ¿Por qué acudir a Dios en una crisis?
  2. ¿Cómo acudir a Dios durante una crisis?
  3. ¿Qué ejemplos bíblicos tenemos de personas que acudieron a Dios en un momento difícil?
  4. ¿Qué preguntas frecuentes podemos tener sobre acudir a Dios en una crisis?
  5. Conclusión

¿Por qué acudir a Dios en una crisis?

Acudir a Dios en una crisis significa buscar su presencia, su ayuda, su consuelo, su dirección, su sabiduría, su poder, su amor y su gracia. Significa reconocer que somos dependientes de Él, que necesitamos de Él, que Él es nuestro refugio, nuestra fortaleza, nuestra esperanza y nuestra salvación. Acudir a Dios en una crisis tiene muchos beneficios para nuestra vida, tanto espiritual como emocional, mental y física. Veamos algunos de ellos:

  • Acudir a Dios en una crisis nos permite experimentar su paz: La paz de Dios es un regalo que Él nos da cuando confiamos en Él y le entregamos nuestras cargas. Esta paz, sobrepasa todo entendimiento y guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:6-7). Además, nos ayuda a mantener la calma, la serenidad y la confianza en medio de la tormenta.
  • Nos permite recibir su consuelo: El consuelo de Dios es una manifestación de su amor y de su compasión por nosotros. Dios es el Padre de las misericordias y el Dios de todo consuelo, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos consolar a los que están en cualquier tribulación con el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios (2 Corintios 1:3-4). Nos alivia, nos anima, nos fortalece y nos renueva.
  • Nos ayuda a obtener su sabiduría: La sabiduría de Dios es un don que Él nos da cuando le pedimos con fe y sin dudar. Esta nos enseña a discernir lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, lo conveniente de lo inconveniente. La sabiduría de Dios nos guía, nos ilumina, nos corrige y nos instruye (Santiago 1:5; Proverbios 2:6; 3:5-6).
  • Tenemos acceso a Su poder: El poder de Dios es una realidad que Él nos muestra cuando actuamos en su nombre y en su voluntad. Nos capacita para hacer cosas que para nosotros son imposibles, para cambiar situaciones que para nosotros son irremediables y transformar vidas que para nosotros son incorregibles. El poder de Dios nos capacita, nos libera, nos sana y nos restaura (Efesios 3:20; Mateo 19:26; Marcos 9:23).

¿Cómo acudir a Dios durante una crisis?

Acudir a Dios en una crisis no es algo que se hace de forma automática o mecánica, sino que requiere de una actitud de fe, de humildad, de sinceridad, de obediencia y de perseverancia. Veamos algunos pasos que podemos seguir para acudir a Dios en una crisis:

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  1. Orar: La oración es la forma de comunicarnos con Dios, de expresarle nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestros temores, nuestros agradecimientos, nuestras alabanzas, nuestras peticiones. Podemos acercarnos a Dios, buscar su rostro, escuchar su voz, conocer su voluntad y recibir su respuesta. La Biblia nos dice que oremos sin cesar, en todo tiempo, con fe, con humildad, con sinceridad, con perseverancia, unos por otros (1 Tesalonicenses 5:17; Efesios 6:18; Santiago 5:16; Mateo 6:5-15; Lucas 18:1-8; 1 Timoteo 2:1-4).
  2. Leer Su Palabra: La Palabra de Dios es la revelación de su mente, de su corazón, de su carácter, de su obra, de su plan, de su propósito. Se trata de la verdad, la vida, la luz, el alimento, el agua, la espada, el fuego. Estamos hablando de la fuente de sabiduría, de conocimiento, de entendimiento, de consejo, de corrección, de instrucción, de edificación. Debemos leer la Palabra de Dios, meditarla, memorizarla y compartirla (2 Timoteo 3:16-17; Josué 1:8; Salmo 119:9-16; Mateo 4:4; Juan 8:31-32; Hebreos 4:12; Jeremías 23:29).
  3. Congregarse: La congregación es el lugar donde los hijos de Dios se reúnen para adorarle, para servirle, para aprender de Él, para edificarse unos a otros, para testimoniar de Él, para cumplir su misión. Se trata del cuerpo de Cristo, la familia de Dios, el pueblo de Dios, la casa de Dios, el templo de Dios. La congregación es el espacio donde podemos experimentar comunión, unidad, fraternidad, solidaridad, amistad, apoyo y más. La Biblia nos dice que nos congreguemos (Hebreos 10:25; Salmo 122:1; 1 Corintios 12:12-27; Efesios 2:19-22; 4:1-16; Hechos 2:42-47).

¿Qué ejemplos bíblicos tenemos de personas que acudieron a Dios en un momento difícil?

La Biblia está llena de historias de personas que acudieron a Dios en una crisis, y que vieron su mano poderosa obrar en su favor. Estas personas nos inspiran, nos motivan, nos enseñan y nos desafían a seguir su ejemplo. Veamos algunos de ellos:

  • Abraham acudió a Dios cuando tuvo que ofrecer a su hijo Isaac como sacrificio. Confió en que Dios le proveería un cordero, y obedeció su mandato. Dios le probó su fe, y le bendijo con una descendencia numerosa como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar (Génesis 22:1-18).
  • Acudir a Dios en una crisis, fue lo que hizo José cuando fue vendido por sus hermanos, acusado falsamente por la esposa de Potifar, y olvidado en la cárcel. José confió en que Dios tenía un plan para su vida, y se mantuvo fiel a Él. Dios le dio gracia, sabiduría y prosperidad, y le hizo gobernador de Egipto, salvando así a su familia y a muchas naciones del hambre (Génesis 37-50).
  • Moisés se dirigió a Dios, en el momento en que tuvo enfrentarse al faraón de Egipto, liberar al pueblo de Israel de la esclavitud, y guiarlo por el desierto hacia la tierra prometida. Confió en que Dios le daría la autoridad, el poder y la dirección que necesitaba, y obedeció sus instrucciones. Dios le mostró su gloria, su majestad y sus maravillas, y le hizo su siervo fiel y su amigo íntimo (Éxodo 1-40; Números 12:7-8).
  • David también acudió a Dios, cuando tuvo que enfrentarse al gigante Goliat, huir de la persecución de Saúl, y reinar sobre Israel con justicia y paz. David confió en que Dios le daría la victoria, la protección y la bendición que buscaba, y alabó su nombre. Dios le dio valor, destreza y gracia, y le hizo un hombre conforme a su corazón y un rey según su voluntad (1 Samuel 16-31; 2 Samuel 1-24).
  • Daniel es otro ejemplo de la búsqueda de Dios en situaciones difíciles. Cuando fue llevado cautivo a Babilonia, sometido a la prueba de los sabios, y arrojado al foso de los leones, clamó. Tuvo confianza en que Dios le daría el conocimiento, la fidelidad y la liberación que requería, y oró sin cesar. Dios le dio entendimiento, integridad y favor, y le hizo un profeta de las naciones y un siervo amado (Daniel 1-12).
  • Ester se vio obligada a interceder por su pueblo ante el rey Asuero, arriesgando su vida y su posición. Esta mujer, confió en que Dios le daría la valentía, la sabiduría y la oportunidad que esperaba, y ayunó con humildad. El Señor le dio gracia, belleza y autoridad, y le hizo una reina que salvó a su pueblo del exterminio (Ester 1-10).
  • Nehemías decidió acudir a Dios cuando tuvo que reconstruir los muros de Jerusalén, enfrentando la oposición y la burla de sus enemigos. Confió en que Dios le daría la visión, la pasión y la capacidad que anhelaba, y trabajó con diligencia. El Señor le dio favor, recursos y éxito, y le hizo un líder que restauró la ciudad y el pueblo de Dios (Nehemías 1-13).
  • Job acude a Dios al perder todo lo que tenía, su familia, sus bienes, su salud, y es acusado por sus amigos de ser un pecador. Este hombre, confió en que Dios le daría la razón, la paciencia y la recompensa que merecía, y se mantuvo íntegro. El Señor le dio testimonio, consuelo y restauración, y le hizo un ejemplo de fe y de perseverancia (Job 1-42).
  • Jonás fue tragado por un gran pez por su desobediencia, y tuvo confianza en que Dios le daría el perdón, la misericordia y la salvación que necesitaba. El Señor le dio una segunda oportunidad, una gran cosecha y una gran lección, y le hizo un instrumento de su gracia y de su amor (Jonás 1-4).
  • Pedro negó a Jesús tres veces, y se sintió culpable y avergonzado, por lo que en su momento acude a Dios. Este hombre confió en que Dios le daría el perdón, la restauración y la comisión que ansiaba, y se humilló ante Él. El Señor le dio una nueva oportunidad, una nueva identidad y una nueva misión, y le hizo una roca sobre la cual edificó su iglesia (Mateo 26:69-75; Juan 21:15-19; Hechos 2:14-41).
  • Pablo fue perseguido, apedreado, encarcelado, azotado, naufragado, y sufrió un aguijón en la carne. Sin embargo, acude a Dios y confía en que Él le daría la gracia, el poder y la gloria que buscaba, y se gozó en Él. El Señor le dio una revelación, una unción y una corona, y le hizo un apóstol de las naciones y un escritor de las Escrituras (Hechos 9:1-31; 2 Corintios 11:23-33; 12:7-10; 2 Timoteo 4:6-8).

¿Qué preguntas frecuentes podemos tener sobre acudir a Dios en una crisis?

Cuando hablamos de acudir a Dios en una crisis, podemos tener algunas dudas o inquietudes que es posible resolver consultando la Biblia y la experiencia de otros creyentes. Aquí hay algunas preguntas frecuentes y sus respuestas:

  • ¿Qué pasa si no siento la presencia de Dios en una crisis? No debemos guiarnos por nuestros sentimientos, sino por nuestra fe. Dios ha prometido estar con nosotros siempre, y no nos dejará ni nos desamparará. Aunque no lo veamos ni lo sintamos, Él está a nuestro lado, y nos sostiene con su diestra (Isaías 41:10; Mateo 28:20; Hebreos 13:5).
  • ¿Qué pasa si no recibo la respuesta de Dios en una crisis? No debemos impacientarnos, sino esperar en Dios. Dios tiene sus tiempos y sus formas, que son diferentes a los nuestros. Él sabe lo que nos conviene, y nos dará lo que necesitamos en el momento oportuno. Aunque no entendamos ni compartamos su respuesta, Él tiene el control, y hará que todas las cosas cooperen para nuestro bien (Salmo 27:14; Isaías 55:8-9; Romanos 8:28).
  • ¿Qué pasa si no tengo la fe suficiente para acudir a Dios en una crisis? No debemos desanimarnos, sino pedir a Dios que aumente nuestra fe. Dios es el autor y consumador de nuestra fe, y Él puede hacerla crecer y madurar. Él se agrada de los que le buscan con fe, y les recompensa. Aunque nuestra fe sea pequeña como un grano de mostaza, Él puede hacer grandes cosas con ella (Hebreos 12:2; 11:6; Mateo 17:20).
  • ¿Qué pasa si he pecado y no merezco acudir a Dios en una crisis? No debemos condenarnos, sino confesar nuestro pecado a Dios. Dios es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad, si reconocemos nuestra culpa y nos arrepentimos de corazón. Él es rico en misericordia y amor, y no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento (1 Juan 1:9; 2 Pedro 3:9; Efesios 2:4-5).
  • ¿Qué pasa si tengo miedo de acudir a Dios en una crisis? No debemos temer, sino acercarnos a Dios con confianza. Dios no es un tirano, sino un Padre que nos ama y nos cuida. Él no nos rechaza, sino que nos recibe con los brazos abiertos. Él no nos castiga, sino que nos disciplina con amor. Él no nos abandona, sino que nos acompaña y nos ayuda (Hebreos 4:16; Lucas 15:11-32; Hebreos 12:5-11; Salmo 23).

Conclusión

Acudir a Dios en una crisis es la mejor decisión que podemos tomar, pues Él es nuestro socorro, nuestro auxilio, nuestro amparo, nuestro refugio, nuestra fortaleza, nuestra esperanza y nuestra salvación. Él es el único que puede darnos la paz, el consuelo, la sabiduría, el poder y la gloria que necesitamos para superar las crisis y salir fortalecidos de ellas.

Dios es el único que nos ama con un amor eterno, incondicional, perfecto y fiel, que nos dio a su Hijo Jesucristo para que muriera por nuestros pecados y resucitara para darnos vida eterna. Estamos hablando de un acto de fe, humildad, sinceridad, obediencia y perseverancia, que nos permite experimentar su presencia, su ayuda, su consuelo, su dirección, su sabiduría, su poder, su amor y su gracia.

Acudir a Dios es una oportunidad de crecer, madurar, aprender, cambiar, transformarnos, glorificarlo y bendecir a otros. Esperamos que este artículo te haya sido de utilidad y de bendición, y que te anime a acudir a Dios en cualquier crisis que estés pasando o que puedas pasar. Recuerda que Él te ama, te cuida, te escucha, te responde, te sostiene, te libra, te sana, te restaura, te bendice y te usa para su gloria. No dudes en buscarlo, adorarlo, seguirlo y amarlo. Él es tu Dios, y tú eres su hijo.

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