25 maneras de poner la mente en lo alto

El apóstol Pablo nos dijo que pusiéramos la mente en las "cosas de arriba", es decir, en las cosas celestiales, y no en las "cosas de la tierra", es decir, en las cosas terrenales (Colosenses 3:2 RVR). Él y otros escritores bíblicos dejan claro que debemos ser intencionales en lo que tenemos en mente. He aquí las 25 mejores maneras de seguir las instrucciones de Pablo y poner nuestra mente en las cosas de arriba:

25 maneras de poner la mente en lo alto

Índice
  1. 1. Adopta una mentalidad celestial
  2. 2. Centra tus pensamientos en las cosas correctas
  3. 3. Reconoce tu dependencia de Dios
  4. 4. Deja que el Espíritu Santo sea tu ayudante
  5. 5. Resiste al diablo
  6. 6. Ponte la armadura completa de Dios
  7. 7. Guarda tu corazón
  8. 8. Deja de lado tu viejo yo
  9. 9. Aprende a discernir lo que es temporal de lo que es eterno
  10. 10. Mira el mundo desde la perspectiva de Dios
  11. 11. Deja que el amor sea tu motivación
  12. 12. Reconoce la presencia de Dios en tu vida
  13. 13. Busca la sabiduría de Dios
  14. 14. Haz de la oración y la lectura de la Biblia un hábito diario
  15. 15. Memoriza versículos de la Biblia
  16. 16. Pide a Dios que escudriñe tu corazón
  17. 17. Confiesa tus pecados y pide el perdón de Dios diariamente
  18. 18. Huye de la tentación
  19. 19. Crea estrategias para llevar tu mente a Dios a lo largo del día
  20. 20. Evita entregarte a los placeres terrenales
  21. 21. Practica el ayuno
  22. 22. Agradece a Dios
  23. 23. Aprende a pensar intencionadamente
  24. 24. Cuidado con tu orgullo
  25. 25. Pon tu esperanza en Dios
  26. Conclusión

1. Adopta una mentalidad celestial

En Romanos 12:2 encontramos otro excelente consejo del apóstol Pablo. Escribió que debemos ser "transformados por la renovación de vuestra mente" (Romanos 12:2). ¿Cómo lo hacemos? El mismo versículo bíblico nos dice que no debemos "conformarnos a este mundo" (Romanos 12:2).

No debemos permitir que nuestras mentes sean moldeadas por el mundo actual, sino por la Palabra de Dios. Hay que cambiar nuestra mentalidad. Debemos desprendernos de los valores y hábitos que no se ajustan a la voluntad de Dios y adoptar una nueva mentalidad basada en la verdad de las Escrituras.

2. Centra tus pensamientos en las cosas correctas

La exhortación de Pablo en Filipenses 4:8 nos enseña a ser muy selectivos con lo que debe ocupar nuestros pensamientos. Este versículo bíblico nos dice que pensemos en las cosas que son :

  • Verdadero
  • Honesto
  • Puro
  • Amoroso
  • Admirable
  • Virtuoso
  • Digno de elogio

Si algo no encaja en una de estas categorías, no debemos permitir que entre en nuestra vida mental.

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3. Reconoce tu dependencia de Dios

Si queremos producir un cambio real en nuestras mentes y corazones, necesitamos la ayuda de Dios. Él es quien puede ayudarnos a desear y perseguir el cambio (Filipenses 2:13). Por mucho que lo intentemos por nuestra cuenta, no podremos superar nuestra naturaleza humana pecaminosa sin que Dios actúe en nosotros a través de Su Espíritu Santo (Gálatas 5:16-17).

4. Deja que el Espíritu Santo sea tu ayudante

El Espíritu Santo habita en cada hijo de Dios (Juan 14:17). Nos ayudará a mantener nuestra mente en las cosas celestiales de muchas maneras, por ejemplo:

  • Enseñándonos y recordándonos las palabras de Jesucristo (Juan 14:26).
  • Dirigiéndonos (Romanos 8:14).
  • Asegurándonos que somos hijos de Dios (Romanos 8:16).
  • Intercediendo por nosotros (Romanos 8:26).
  • Guiarnos a toda la verdad (Juan 16:13).
  • Dando poder (Hechos 1:8; 1 Corintios 12:11).

¡Y mucho más! Pide al Espíritu Santo que sea tu ayudante, que te ayude a discernir y a buscar las cosas importantes (Juan 14:16).

5. Resiste al diablo

Esto es lo que el apóstol Santiago nos dijo que hiciéramos. Resistiendo al diablo, huirá de nosotros (Santiago 4:7). Resistir significa oponerse, resistir contra él. Resistimos al diablo como lo hizo Jesús: mediante la oración, el ayuno y la Palabra de Dios (Lucas 4:1-13).

Debemos conocer las estrategias del enemigo para no caer en sus trampas (2 Corintios 2:11; 1 Pedro 5:8). Dado que esta batalla se libra principalmente en nuestra mente, debemos resistir al diablo para poder centrar nuestra mente en las cosas de Dios.

6. Ponte la armadura completa de Dios

Esta es una ilustración familiar que Pablo utilizó para aconsejarnos en nuestra batalla contra el maligno y su ejército (Efesios 6:10-17). Los componentes de la armadura de Dios son:

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  • El cinturón de la verdad: para combatir las mentiras del diablo.
  • La coraza de la justicia: la justicia de Jesús (¡no la nuestra!) protege nuestros corazones de los ataques del diablo.
  • Los zapatos del evangelio de la paz: mantenerse firme y avanzar en el territorio del enemigo para proclamar el nombre del Señor Jesucristo.
  • Escudo de la fe: para sofocar los ataques del enemigo.
  • Casco de salvación: para proteger nuestro espíritu.
  • La espada del Espíritu: es la Palabra de Dios, que es nuestra arma de defensa y ataque (Mateo 4:3-11).

No olvides que la oración es un elemento clave en la batalla (Efesios 6:18).

7. Guarda tu corazón

¿Qué significa esta expresión de Proverbios 4:23? En términos bíblicos, el "corazón" es el centro de la voluntad, los pensamientos, los sentimientos y los deseos. Hoy en día decimos que estas cosas están en nuestra mente. Por tanto, esta expresión significa que debemos proteger nuestra mente de las cosas del mundo. Exponernos a cosas impías que influyen en nuestras tentaciones puede hacernos pecar (Mateo 26:41; Santiago 1:14-16; 1 Juan 2:15-17).

8. Deja de lado tu viejo yo

En Efesios 4:20-23, Pablo nos dice que nos desprendamos de nuestro viejo yo (nuestra naturaleza pecaminosa) y nos revistamos de nuestro nuevo yo (la nueva creación de la que habla Pablo en 2 Corintios 5:17). Esta ilustración nos recuerda a una persona que se cambia de ropa.

Pablo nos insta a despojarnos de nuestra naturaleza caída, con sus malos deseos y lujurias mundanas, y a abrazar nuestra nueva naturaleza santa. Todo comienza en nuestra mente, dejando de lado los pensamientos y acciones mundanas que nos llevan al pecado y buscando la santidad (1 Pedro 1:14-16).

9. Aprende a discernir lo que es temporal de lo que es eterno

Todo lo que hay en este mundo es temporal; todo pertenece a una creación que se renovará al final (Apocalipsis 21:1). Debemos tener esto en cuenta y comprender que lo que realmente importa son las cosas eternas (2 Corintios 4:18). Debemos dedicar nuestras mentes y energías a hacer un impacto eterno con nuestras vidas, no a vivir para las cosas del mundo. Nuestras vidas deben estar dedicadas a Dios y a las cosas que le agradan.

10. Mira el mundo desde la perspectiva de Dios

Esto nos ayuda a deconstruir las mentiras que el mundo nos ha enseñado a lo largo de nuestra vida. Empieza por observar cómo vivían Jesús y los apóstoles. Lee el Nuevo Testamento y presta atención a estas preguntas:

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  • ¿En qué ocupaban su tiempo?
  • ¿Cuáles eran sus prioridades?
  • ¿Qué era importante para ellos?
  • ¿Cómo se relacionaban con las cosas de este mundo?

Por ejemplo, en el episodio de la tentación de Jesús, vemos que el Señor rechaza las cosas de esta tierra, como la comida, la riqueza y el poder, para obedecer la Palabra de Dios (Lucas 4:1-13). El Reino de Dios era su prioridad sobre cualquier cosa que el diablo pudiera ofrecerle de las cosas de la tierra. Tenía una perspectiva celestial.

11. Deja que el amor sea tu motivación

Pablo comienza el conocido capítulo sobre el amor en 1 Corintios, capítulo 13, diciendo que todo lo que digamos, hagamos y demos debe hacerse por amor, pues de lo contrario todo queda en nada (1 Corintios 13:1-3). El amor de Dios debe habitar en nosotros, a través del Espíritu Santo, para que nuestro amor por Él y por los demás sea el motor de lo que pensamos y hacemos (1 Corintios 16:14).

12. Reconoce la presencia de Dios en tu vida

No puedes hacerlo solo. Pero la buena noticia es que Dios está contigo (Isaías 41:10). Esta seguridad nos ayuda a centrarnos en lo que importa, en las cosas del cielo. No dependemos de nuestras propias fuerzas, ¡dependemos de Dios! Así que cuando te sientas débil, cuando tu mente se deslice hacia pensamientos negativos, recuerda que Dios está ahí contigo, incluso cuando no lo parezca.

13. Busca la sabiduría de Dios

Necesitamos la sabiduría de Dios para que nos ayude a centrar nuestra mente y nuestro corazón en las cosas del Reino de Dios. He aquí algunas sugerencias para ayudarte a buscar la sabiduría de Dios:

  • Sé humilde y reconoce que lo necesitas (Proverbios 3:7, 18:15).
  • Saber que toda sabiduría viene de Dios (Proverbios 2:6).
  • Estudia la Biblia. Comienza meditando en la vida de Jesús en el Nuevo Testamento y en el libro de los Proverbios en el Antiguo Testamento.
  • Ora y pide a Dios que te dé sabiduría (Santiago 1:5).
  • Acepta los consejos de los seguidores de Jesús más experimentados y aprende de los que pertenecen al cuerpo de Cristo (Proverbios 19:20; Colosenses 3:16).

14. Haz de la oración y la lectura de la Biblia un hábito diario

La Escritura nos enseña todo lo que necesitamos saber sobre Dios y su voluntad para que podamos vivir una vida nueva. Nos muestra las cosas buenas que deben ocupar nuestra mente para perseguir la santidad. Por eso es necesario que cada día tengamos tiempo de calidad para meditar en la Biblia y orar al Señor, pidiéndole que nos ayude a poner en práctica lo que aprendemos (Josué 1:8; Salmo 1:2; Mateo 6:6).

15. Memoriza versículos de la Biblia

Dedicar a tu memoria fragmentos de la Palabra de Dios es una gran manera de mantener tu mente en las cosas celestiales. El primer paso es elegir versículos de la Escritura que te ayuden a recordar lo que Dios ha hecho por ti, quién es Él y las promesas que nos ha hecho a cada uno de nosotros.

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Utiliza las técnicas de memorización que mejor te funcionen y asegúrate de practicar todos los días. Sigue recordando a tu mente los versículos que ya has memorizado a lo largo del día, para no olvidarlos (Salmo 119:11).

16. Pide a Dios que escudriñe tu corazón

Hace falta valor para hacerlo. Sabemos que hay muchas cosas, incluso en la mente de un creyente, que desagradan al Señor. Nuestros pecados provienen de ellos. Pero el propio pecado nos ciega a nuestros malos hábitos. Por eso debemos pedir al Señor que:

  • Escudriñar nuestro corazón, nuestro ser interior (Salmo 139:23).
  • Muéstranos las cosas que hacemos que le afligen (Salmo 139:24).
  • Ayúdanos a santificar nuestra mente y a cambiar nuestros caminos (Salmo 51:10).

17. Confiesa tus pecados y pide el perdón de Dios diariamente

Este es un hábito esencial que traerá grandes cambios a tu vida y a tu relación con el Señor. Así que aquí tienes algunas cosas que te ayudarán a perseguir una mentalidad celestial y una vida santa:

  • Piensa en tu día.
  • Pide a Dios que te ayude a recordar los pecados que has cometido y las cosas que no deberías haber hecho.
  • Pídele perdón, creyendo que Jesús ya ha pagado el precio en la cruz.
  • Pídele que te ayude a luchar contra la tentación y a no volver a caer en esos pecados.
  • Da gracias a Dios y cree que estás perdonado (Proverbios 28:13; 1 Juan 1:9).
  • Haz que sea una rutina diaria en tu vida.

18. Huye de la tentación

Durante las pruebas, debemos perseverar. Pero, cuando se trata de la tentación, nunca debemos sobrestimar nuestra fuerza para resistirla (Mateo 26:41). Debemos huir de la situación inmediatamente (Génesis 39:11-12; 1 Corintios 6:18).

Cuanto más permitamos que nuestros ojos, oídos y pensamientos estén expuestos a cosas que nos tientan, mayor será el riesgo de caer. Debemos proteger nuestra mente y no dar al diablo la oportunidad de tentarnos (Efesios 4:26-27).

19. Crea estrategias para llevar tu mente a Dios a lo largo del día

Debes tener la intención de traer la Palabra de Dios a tu mente mientras realizas tu vida diaria. Aquí tienes algunas sugerencias:

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  • Da las gracias a Dios por cada cosa buena que te ocurre (una buena comida, una bonita puesta de sol, un viaje rápido, una conversación agradable, un problema resuelto, una buena idea que has tenido, entre otros.).
  • Ora en silencio por las personas que conozcas.
  • Aprovecha tus descansos o el tiempo de espera para leer alguna Escritura o hablar con Dios.

Utiliza tu imaginación y piensa en otras buenas formas de estar conectado con Dios en todo momento.

20. Evita entregarte a los placeres terrenales

La mayoría de los pecados no se producen de forma inesperada. Empiezan con pequeñas tentaciones a las que cedemos, pensando que no es gran cosa. Pero lo es. Todo pecado es un gran problema (Romanos 6:23). Por eso debemos aprender a resistir toda tentación que nos lleve a hacer algo que alimente nuestros impulsos terrenales y nos traiga una gratificación egocéntrica. Debemos perseguir la voluntad de Dios y resistir todo impulso que pueda llevarnos a pecar (Santiago 1:14-15).

21. Practica el ayuno

Cuando ayunamos, renunciamos a algo que necesitamos (normalmente comida) para dedicar tiempo y energía exclusivamente al Señor (Mateo 4:4). Siempre que puedas, tómate tiempo para ayunar, orar y buscar la presencia del Señor. La disciplina que aprendes con el ayuno te ayudará a controlar otros impulsos de tu cuerpo y tu mente que pueden llevarte a pecar (1 Corintios 9:27).

22. Agradece a Dios

Incluso en los momentos difíciles, tenemos mucho que agradecer a Dios. El Señor ha hecho mucho por nosotros; ha mostrado su gran amor por nosotros de muchas maneras:

  • Entregó a su hijo para pagar por nuestros pecados (Romanos 5:8).
  • Nos perdonó (1 Juan 1:9).
  • Nos adoptó como hijos suyos (Juan 1:12).
  • Nos ha dado la vida eterna con Él (Juan 3:16).

Y mucho más. Ni siquiera nos damos cuenta de la mayoría de las bendiciones que Él nos da cada día. Así que tómate un momento para agradecer al Señor todo lo que hace por ti cada día (Salmo 145:9; Santiago 1:17). Sé específico y deja que cada razón que menciones se hunda en tu mente y te haga adorar al Señor por su bondad.

23. Aprende a pensar intencionadamente

Todos los humanos tienen una naturaleza pecaminosa. Esto significa que es natural que pequemos. Así que pensar en las cosas celestiales no es algo natural para nosotros. Debemos hacerlo intencionadamente.

Si dejamos que nuestra mente vagabundee libremente, la mayoría de los pensamientos que nos vienen no suelen ser pensamientos celestiales. Así que evita dejar que tu mente vague sin rumbo. Aliméntalo con buenos contenidos.

Por ejemplo, si estás cansado y necesitas relajarte, en lugar de dejar que tus pensamientos vaguen libremente, pon una buena música que te ayude a pensar en cosas piadosas mientras descansas.

24. Cuidado con tu orgullo

El orgullo es una amenaza que vive en todos nosotros. Nos tienta a pensar que nuestras buenas obras nos hacen de algún modo mejores que los demás o que somos dignos de la bondad de Dios. No dejes que esos pensamientos mundanos se cuelen en tu mente. En su lugar, haz esto:

  • Sé humilde (Santiago 4:6).
  • Considera a los demás como mejores que tú mismo (Filipenses 2:3).
  • Date cuenta de que no mereces ningún favor del Señor (Efesios 2:8-9).
  • Recuerda que las cosas buenas que haces también provienen del Señor (Santiago 1:17).

25. Pon tu esperanza en Dios

Cuando decidimos vivir nuestra vida para Dios, nos enfrentamos a todo tipo de resistencias, incluso de nuestra propia naturaleza terrenal. Debemos hacer todo lo posible para luchar contra la tentación y centrar nuestra mente en las cosas celestiales. Y debemos confiar en que Dios se encargará de lo que está fuera de nuestro alcance (Filipenses 4:13). Confía en Él para tus necesidades, tus circunstancias y tu futuro (2 Corintios 4:16-18). Pon tu esperanza en Él y sólo en Él (Romanos 15:13).

Conclusión

El apóstol Pablo nos ha lanzado un audaz desafío. La disciplina y las acciones intencionadas te ayudarán a mantener tu mente conectada a la palabra de Jesucristo, que está sentado a la derecha de Dios en los lugares celestiales (Efesios 2:6). Poned vuestra mente en las cosas de arriba, y la paz de Dios guardará vuestros corazones y vuestras mentes en el Señor Jesucristo (Filipenses 4:6-9).

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