Pablo Y Silas: Fieles Siervos De Dios
Pablo y Silas fueron dos hombres que dedicaron sus vidas a predicar el evangelio de Jesucristo en el mundo antiguo. Ambos eran judíos, pero también ciudadanos romanos, lo que les dio ciertos privilegios y responsabilidades en el imperio.
Juntos, realizaron varios viajes misioneros por Asia Menor y Europa, enfrentando todo tipo de dificultades y oposiciones, pero también viendo el poder de Dios obrar en muchas personas que se convirtieron a la fe cristiana.
El llamado de Pablo y Silas
Pablo era originalmente un fariseo llamado Saulo, que perseguía a los cristianos con celo religioso. Sin embargo, en el camino a Damasco, tuvo un encuentro sobrenatural con el Señor resucitado, que lo llamó a ser su apóstol a los gentiles (Hechos 9:1-19). Desde entonces, Pablo se dedicó a predicar el evangelio por dondequiera que iba, fundando iglesias y discipulando a los nuevos creyentes.
Silas era uno de los líderes de la iglesia de Jerusalén, que fue enviado junto con Judas (también llamado Barsabás) a Antioquía de Siria para confirmar la decisión del concilio de Jerusalén, que estableció que los gentiles no tenían que guardar la ley de Moisés para ser salvos (Hechos 15:1-35). Silas era un profeta que hablaba mucho para animar y fortalecer a los hermanos en Antioquía (Hechos 15:32).
Pablo y Silas se conocieron en Antioquía, cuando Pablo regresó de su primer viaje misionero con Bernabé. Allí tuvieron un desacuerdo sobre si debían llevar consigo a Juan Marcos, que los había abandonado en Panfilia. Bernabé quería darle otra oportunidad a Marcos, pero Pablo no estaba de acuerdo. Así que se separaron: Bernabé se llevó a Marcos y navegó a Chipre, mientras que Pablo escogió a Silas como su compañero de viaje y partió por tierra a Siria y Cilicia (Hechos 15:36-41).
Mira TambiénEl Arca De Noé Y Sus Enseñanzas: Un Testimonio De Fe Y ObedienciaEl ministerio de Pablo y Silas
Pablo y Silas realizaron juntos el segundo viaje misionero de Pablo, que duró unos tres años (49-52 d.C.). En este viaje, visitaron las iglesias que Pablo había fundado en su primer viaje (en Galacia), reclutaron a Timoteo como otro colaborador (en Listra), recibieron la visión del varón macedonio que los llamó a pasar a Europa (en Troas).
También predicaron el evangelio en Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto (en Macedonia y Acaya), y regresaron a Antioquía por Éfeso y Cesarea (Hechos 16:1-18:22). En este viaje, Pablo y Silas vivieron muchas experiencias memorables, tanto buenas como malas. Algunas de ellas fueron:
- Expulsaron un espíritu de adivinación de una joven esclava en Filipos, lo que les causó problemas con sus amos, que los acusaron ante las autoridades romanas de alborotar la ciudad. Fueron azotados públicamente y encarcelados sin juicio. Pero Dios los libró milagrosamente con un terremoto que abrió las puertas de la cárcel y soltó las cadenas de los presos. El carcelero y toda su familia se convirtieron al ver el poder de Dios y la actitud de Pablo y Silas, que no escaparon ni se vengaron (Hechos 16:16-40).
- Predicaron el evangelio en la sinagoga de Tesalónica durante tres sábados consecutivos, demostrando con las Escrituras que Jesús era el Mesías prometido. Algunos judíos creyeron, junto con muchos griegos y mujeres nobles. Pero otros judíos se llenaron de celos y provocaron una revuelta contra ellos. Tuvieron que huir de noche a Berea (Hechos 17:1-10).
- Encontraron en Berea a unos judíos más nobles que los de Tesalónica, que recibieron la palabra con buena disposición y examinaron las Escrituras para comprobar lo que decían Pablo y Silas. Muchos creyeron, tanto judíos como griegos. Pero cuando los judíos incrédulos de Tesalónica se enteraron, fueron también allá para agitar a la gente contra ellos. Entonces Pablo tuvo que irse solo a Atenas, mientras que Silas y Timoteo se quedaron en Berea (Hechos 17:10-15).
- Se reunieron nuevamente con Pablo en Corinto, donde predicaron el evangelio durante un año y medio. Allí fundaron una iglesia numerosa y diversa, compuesta por judíos, griegos, esclavos y libres. También escribieron juntos dos cartas a los tesalonicenses desde Corinto (1 Tesalonicenses 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1). Pero también tuvieron oposición por parte de algunos judíos que los denunciaron ante el procónsul Galión por enseñar una religión ilegal. Sin embargo, Galión desestimó la acusación y les permitió seguir predicando (Hechos 18:1-17).
El legado de Pablo y Silas
Pablo y Silas fueron dos siervos fieles del Dios Altísimo, que les anunciaron a muchos el camino de salvación. Su ejemplo nos inspira a seguir sus pasos en la obra misionera, confiando en el poder de Dios para superar las dificultades y viendo su gracia obrar en las vidas de las personas.
Pablo menciona varias veces a Silas en sus cartas posteriores como un colaborador valioso y un hermano amado. Lo llama también Silvano (su nombre latino), lo cual indica su doble identidad cultural como judío y romano.
Lo nombra como coautor de dos cartas más: la primera carta a los corintios (1 Corintios 1:19) y la primera carta de Pedro (1 Pedro 5:12). También lo envía como mensajero suyo a varias iglesias para animarlas y fortalecerlas en la fe (2 Corintios 1:19; 1 Tesalonicenses 3:2).
La Biblia no nos dice qué pasó con Silas después del segundo viaje misionero. Algunas tradiciones dicen que fue obispo de Corinto o de Filipos; otras dicen que fue martirizado o murió pacíficamente. Lo cierto es que dejó una huella imborrable en la historia del cristianismo primitivo como un compañero fiel e incansable de Pablo.
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Pablo y Silas fueron dos misioneros que predicaron el evangelio de Jesucristo en varias ciudades del Imperio Romano. A pesar de las dificultades y la persecución que sufrieron, ellos confiaron en Dios y vieron su poder y su gracia en sus vidas. Su ejemplo nos inspira a ser fieles a Dios y a compartir su amor con los demás.
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