10 Maneras De Glorificar A Dios En La Vida Cotidiana
No importa en qué situación te encuentres, puedes elegir glorificar a Dios en tu vida. Esto se aplica a nuestro trabajo, a nuestro juego, a nuestro compañerismo y a nuestro culto. Glorificarle puede ser en forma de alabanza a través de canciones o discursos, de adoración en nuestra vida diaria, o simplemente teniendo un corazón fiel a Él en todas las cosas.
Pero, ¿Cómo podemos glorificar a Dios? ¿Cómo podemos glorificarle prácticamente en nuestra vida diaria? Aquí hay 10 versículos que nos dicen cómo podemos glorificar a nuestro Padre:
- #1. Sabiendo que toda acción es para Dios
- #2. Los demás deben darse cuenta de para quién vivimos
- #3. La justicia es de Dios, todo lo demás es mentira
- #4.El comportamiento sagrado es una elección, pero siempre es la correcta
- #5. No se trata de nosotros
- #6. Nunca busques tu propia gloria
- #7. Dios nos creó y diseñó para glorificarle
- #8. Debemos presentarle toda nuestra vida
- #9. Debemos saber que sólo Dios es digno
- #10. Todo lo que hagas, hazlo por el Señor
#1. Sabiendo que toda acción es para Dios
En 1 Corintios 10:31 dice: "Ya sea que comáis o bebáis, o que hagáis cualquier cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios"
Tendemos a pensar que los grandes actos de servicio o de evangelización son trabajos para Dios. Pero el apóstol Pablo señala que incluso las acciones cotidianas, como comer y beber, pueden ser santas. Cuando nos sometemos a la voluntad de Dios y buscamos su beneplácito en todo lo que hacemos, alineando nuestras vidas con las Escrituras y siguiendo su llamada en nuestros corazones, debemos hacerlo siempre sabiendo que Él es glorificado.
#2. Los demás deben darse cuenta de para quién vivimos
Mateo 5:16 dice: "Así también brille vuestra luz delante de los demás, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."
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Lo que Jesús dice no es que debamos hacer el bien sólo para cosechar la alabanza de los hombres. Más bien, la alabanza de la gente debe dirigirse a Dios. Cuando vivimos para Él, los demás toman nota y se dan cuenta de que Dios es la razón de nuestros actos, y dirigen su adoración y admiración al Padre.
#3. La justicia es de Dios, todo lo demás es mentira
En 1 Juan 3:9-10 dice: "En esto se conocerá quiénes son los hijos de Dios y quiénes son los hijos del diablo: El que no hace justicia no es de Dios, y el que no ama a su hermano no es de Dios".
La primera carta de Juan dedica mucho tiempo a describir cómo podemos saber si permanecemos en el amor de Cristo. Una señal segura es la rectitud en nuestras vidas, y lo contrario es cierto: si vivimos activamente en la injusticia, eso no glorifica a Dios y es una prueba de que no está en nosotros.
#4.El comportamiento sagrado es una elección, pero siempre es la correcta
En 1 Pedro 1:14-15 se dice: "Como hijos obedientes, no os conforméis con las pasiones de vuestra antigua ignorancia, sino que, como el que os ha llamado es santo, sed santos en toda vuestra conducta."
Puede ser difícil vivir bien toda la vida, pero el espíritu debe prevalecer siempre sobre los deseos de la carne. Invoca a Dios para que te ayude a ser obediente a Él, ya que te ha llamado a amarle. Esta es una de las formas en que podemos glorificarle en nuestras vidas, dejando que nuestro comportamiento y acciones apunten hacia Él.
#5. No se trata de nosotros
Juan 3:30 dice: "Es necesario que él crezca, pero que yo disminuya".
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Los que seguían a Juan el Bautista parecían sorprendidos de que Jesús le superara en el ministerio. Pero Juan sabía que nunca se trataba de su propia gloria. Siempre fue consciente de que sólo era un mensajero que señalaba la llegada del Mesías. Ahora que había venido al mundo, el propósito y la misión de Juan se habían cumplido: no tenía necesidad de reconocimiento público aparte de Jesús.
#6. Nunca busques tu propia gloria
Salmo 115:1 dice: "¡No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria por tu amor firme y tu fidelidad!"
El hombre es orgulloso y egoísta, y si no tenemos cuidado, nos convertimos en víctimas del deseo de recibir alabanzas por nuestros propios méritos y obras. Debemos esforzarnos siempre por devolver la gloria a Dios, pues sólo Él es digno de ella.
#7. Dios nos creó y diseñó para glorificarle
Efesios 2:10 dice: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas"
Has sido creado por Dios. Él te ha formado con amor y tiene un propósito para tu vida. Ha trazado un camino para que lo sigas, y Jesucristo te ha redimido del poder del pecado para que puedas volver a tener una relación perfecta con tu Padre celestial. Cuando caminas por sus caminos, puedes cumplir su divina y perfecta voluntad para tu vida.
#8. Debemos presentarle toda nuestra vida
Romanos 12:1 dice: "Os exhorto, pues, hermanos, por las misericordias de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; éste es vuestro culto espiritual."
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Toda nuestra vida es un acto de adoración viviente. Debemos consagrar cada parte de nosotros mismos a Dios, lo que le aporta la máxima gloria y honor: un corazón totalmente entregado a Su voluntad y justicia. Así es como podemos mostrar nuestra alabanza más allá de una canción o un servicio. Se vive en cada segundo de cada día, en cada paso que damos y en cada palabra que decimos. Esta es la verdadera alabanza vivida con toda nuestra vida y todo nuestro corazón.
#9. Debemos saber que sólo Dios es digno
Salmos 29:1-2 dice: "Dad gloria a Yahveh, seres celestiales; dad gloria y poder a Yahveh. Dad a Yahveh la gloria debida a su nombre; adorad a Yahveh en el esplendor de la santidad".
Los Salmos son un hermoso tesoro de alabanza y adoración. Cada uno lleva un aspecto de alabanza y adoración, glorificando a Dios mediante imágenes deslumbrantes y palabras de devoción. Este Salmo tiene un poderoso mensaje: debemos reconocer que Dios está detrás de todo lo que vemos y experimentamos. Deberíamos darnos cuenta de que su nombre es el único digno de alabanza y honor.
#10. Todo lo que hagas, hazlo por el Señor
En Colosenses 3:23 dice: "Todo lo que hagáis, trabajad de corazón, como para el Señor y no para los hombres."
Podemos trabajar por poder o por dinero o simplemente porque queremos que los demás vean nuestras buenas acciones. Pero no es así como Dios quiere que trabajemos. Incluso cuando servimos al prójimo, negamos a Dios si lo hacemos sólo por motivos egoístas. Debemos mirar a Dios como la fuente de nuestra fuerza en todo lo que hacemos y saber que estamos trabajando para Él y no para otros.
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