En Nuestro Futuro Eterno Con Cristo No Habrá Sufrimiento, Solo Paz Incomparable Y Alegría Sin Fin

La Biblia nos revela que Dios tiene preparado para los que le aman un futuro eterno con Cristo, donde no habrá sufrimiento, sino paz incomparable y alegría sin fin. Este futuro eterno es nuestra esperanza, nuestra herencia y nuestra bendición. Se trata del cumplimiento de la promesa de Dios, la obra de Cristo y el sello del Espíritu Santo.

¿Qué es el futuro eterno con Cristo?

El futuro eterno con Cristo es el estado final de los que han recibido a Jesús como su Salvador y Señor, y han sido salvos por su gracia. Implica la resurrección de nuestros cuerpos, la transformación a su imagen y la entrada a su reino. Se trata de la restauración de todas las cosas, la eliminación de todo mal y la manifestación de toda gloria.

Estamos hablando del propósito de Dios para los que le aman. Dios nos creó para tener comunión con él, para reflejar su imagen y para gobernar sobre su creación. Sin embargo, el pecado entró en el mundo por la desobediencia del hombre y rompió esa comunión, desfiguró esa imagen y corrompió esa creación. Pero Dios no se rindió con su propósito, sino que lo llevó a cabo por medio de su Hijo Jesucristo, quien vino al mundo para morir por nuestros pecados y resucitar para nuestra vida. Pablo dice:

“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29).

El futuro eterno con Cristo es la promesa de Dios para los que le creen. Dios nos ha dado su palabra, que es fiel y verdadera, y nos ha asegurado que cumplirá todo lo que ha dicho. El Señor nos ha dado muchas promesas en la Biblia sobre nuestro futuro eterno con Cristo, como por ejemplo:

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“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3). “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12). “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13).

El futuro eterno con Cristo es la obra de Dios para los que le siguen. Dios no sólo nos ha prometido nuestro futuro eterno con Cristo, sino que también lo ha hecho posible por medio de su obra redentora en la cruz y en la resurrección.

El Señor nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Cristo, nos ha justificado por medio de la fe en él y nos ha adoptado como sus hijos por medio de su gracia. Dios está obrando en nosotros por medio de su Espíritu Santo, quien nos regenera, nos santifica y nos capacita para vivir para él. Pablo dice:

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).

¿Por qué no habrá sufrimiento?

No habrá sufrimiento en nuestro futuro eterno con Cristo porque Dios eliminará todo lo que causa dolor, tristeza o angustia. Dios acabará con el pecado, que es la raíz de todo mal y de toda muerte. Dios acabará con el diablo, que es el enemigo de Dios y de los hombres. El Señor acabará con el mundo malvado, que es el sistema que se opone a Dios y a su voluntad. Dios acabará con nuestra naturaleza caída, que es la fuente de nuestra debilidad y de nuestra rebelión.

Todo lo que fue dañado, perdido o roto, será restaurado por Dios. El Señor restaurará nuestra comunión con él, que fue interrumpida por el pecado. También reintegrará nuestra imagen, que fue desfigurada por el pecado. Habrá la restauración de nuestra creación, que fue corrompida por el pecado. Además, se restaurará nuestra vocación, que fue frustrada por el pecado.

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Se manifestará todo lo que es bueno, bello y verdadero. Dios manifestará su gloria, que es el resplandor de su perfección y de su majestad. El Señor manifestará su amor, que es el fundamento de su relación y de su acción. Habrá una manifestación de la justicia de Dios, que es el principio de su gobierno y de su juicio. Dios manifestará su sabiduría, que es el diseño de su plan y de su propósito.

¿Qué habrá en lugar del sufrimiento?

En lugar del sufrimiento, habrá paz incomparable en nuestro futuro eterno con Cristo. La paz es el estado de armonía, tranquilidad y bienestar. La paz es el resultado de la reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación. La paz es el fruto del Espíritu Santo, que produce en nosotros amor, gozo y paciencia (Gálatas 5:22). La paz es el legado de Jesucristo, que nos dijo:

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).

En lugar del sufrimiento, habrá alegría sin fin en nuestro futuro eterno con Cristo. La alegría es el sentimiento de satisfacción, placer o gozo. Se trata del resultado de la comunión con Dios, que nos llena de su presencia y de su gracia. La alegría es el fruto del Espíritu Santo, que produce en nosotros bondad, benignidad y fidelidad (Gálatas 5:22). Es el regalo de Jesucristo, que nos dijo:

“Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11).

Conclusión

La Biblia nos revela que Dios tiene preparado para los que le aman un futuro eterno con Cristo, donde no habrá sufrimiento, sino paz incomparable y alegría sin fin. Este futuro eterno es nuestra esperanza, nuestra herencia y nuestra bendición. Este futuro es el cumplimiento de la promesa de Dios, la obra de Cristo y el sello del Espíritu Santo. Esto debe animarnos a vivir para la gloria de Dios y a compartir el evangelio con los que aún no lo conocen.

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