Significado De "Dios Habita Las Alabanzas De Su Pueblo" - Salmo 22:3

Sentimos el amor de Dios con mayor intensidad cuando nos centramos en Su voluntad y nos comprometemos plenamente con Su alabanza y propósito para nuestras vidas. Se nos ordena permanecer en Dios, lo que significa que debemos vivir y movernos para adorar Su nombre. La palabra "permanecer" tiene un sentido de habitación; se nos ordena vivir en la presencia de Dios.

Sin embargo, Dios también está presente en nosotros y desea vivir en nuestros corazones de la misma manera. El Salmo 22:3 alude a este hecho cuando dice: "Pero tú eres santo, tú que habitas en las alabanzas de Israel". Entonces, ¿Qué significa que Dios habite en nuestras alabanzas?

 

Dios mira con buenos ojos a sus hijos

Desde el primer sacrificio, nuestro Señor ha mirado con buenos ojos a aquellos cuyos corazones están dedicados a Él. Cuando Caín y Abel ofrecieron sus sacrificios, Abel ofreció lo mejor de sus rebaños, mientras que Caín sólo ofreció una pequeña parte de sus cosechas. Dios vio con buenos ojos el sacrificio de Abel; en cierto sentido, se fijó en el estado del corazón de Abel como una bendición y una señal de Su favor.

Más adelante en la historia de Israel, Dios ordenó a Moisés que construyera un tabernáculo, un lugar de culto itinerante que llevaría el Arca de la Alianza y el altar en el que los sacerdotes harían sus sacrificios para el pueblo. Cuando se completó el tabernáculo, una nube ardiente descendió sobre la tienda y se posó sobre el Arca. Dios habitaba en este lugar de culto entre su pueblo.

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Cuando el rey Salomón construyó el Templo de Jerusalén, Dios le habló y le dijo que el Templo era el lugar que Él elegiría para morar. Su presencia volvió a descender sobre el Templo en forma de nube, lo cual era otra señal del favor de Dios que descansaba sobre su ciudad y reino elegidos.

Dios retira su favor a los desobedientes

Sin embargo, también es importante recordar que Dios también prometió retirar su favor y sus bendiciones si el pueblo no obedecía sus mandatos. Cuando la alianza fue entregada a Moisés en el desierto, Dios explicó claramente las bendiciones y maldiciones que seguirían dependiendo de cómo el pueblo de Israel siguiera los términos de la alianza.

Si no obedecían a Dios y buscaban las deidades artificiales de otras naciones, Dios les retiraría su favor y traería calamidades y desastres sobre el pueblo; los expulsaría de la tierra que les había prometido y clamarían a él, pero no les respondería.

Jesús permanece con nosotros mientras nosotros permanecemos en Él

La venida de Jesucristo a la tierra como ser humano inauguró una nueva era en la que Dios habita con el hombre. Dios se instaló literalmente entre los seres humanos, compartiendo nuestra naturaleza y nuestras luchas. Jesús era el portavoz de la voluntad del Padre, y fue él quien dijo a sus discípulos que habitar con él significaba habitar con el Padre.

También nos enseña que si permanecemos con el Padre, el Padre también permanecerá con nosotros. Hoy lo llamamos "pedir a Dios que entre en nuestro corazón". Esto nos acerca claramente a la afirmación de Jesús en el libro del Apocalipsis, cuando dice que está a la puerta y llama y que debemos escuchar su voz y dejarle entrar.

La puerta que menciona debe entenderse metafóricamente como la puerta de nuestros corazones; si permitimos que Dios entre, Él habitará en nuestros corazones y nos impregnará del Espíritu Santo.

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¿Qué tiene que ver esto con nuestro culto?

Dios busca salirse con la suya en todos los ámbitos de nuestra vida. No lo hace para controlar directamente nuestras acciones, como si no tuviéramos libre albedrío; pero cuando sometemos nuestra voluntad a la suya, Él tiene la libertad de obrar en nosotros de formas que nunca podríamos imaginar.

Nuestra adoración es uno de los principales medios por los que Dios llega a nuestros corazones y mentes. Cuando adoramos, se supone que debemos dirigir toda nuestra atención a Dios. En pocas palabras, la adoración consiste en atribuir valor a Dios de alguna manera. Hoy en día, la mayoría de nosotros piensa que el culto es la música, y ciertamente es un aspecto del culto. Sin embargo, es mucho más que eso.

La verdadera adoración se vive cada minuto de cada día. Pablo nos dice en Romanos que debemos entregar sacrificadamente nuestros cuerpos y dejar que nuestros espíritus sean constantemente renovados por el Espíritu Santo. Dice que es un acto de culto aceptable.

Mucho más grande que cualquier canción que podamos cantar, la adoración sincera es una vida que alaba a Dios por su misericordia y su gracia, y busca mostrar a los demás lo que esa gracia y esa misericordia han hecho en nuestras vidas.

Dios puede ministrar a los demás de muchas maneras, y siempre hablará directamente a nuestros corazones. Sin embargo, como embajadores suyos en la tierra, estamos llamados a vivir una vida de alabanza para que los demás vean por quién vivimos y glorifiquen a Dios en el cielo.

Cuando nos entregamos plenamente al propósito de Dios en nuestras vidas y le damos todo el honor y la alabanza en nuestras palabras y acciones, el poder y la fuerza de Dios nos impregnan y brillan hacia el resto del mundo. El Espíritu Santo vive en nuestros corazones cuando nos convertimos en creyentes, y su poder se manifiesta en nuestros pensamientos, acciones e interacciones.

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La parte más brillante de todo esto es reconocer que Dios está interfiriendo en nuestra adoración y magnificándose a través de ella. Así que la próxima vez que cantes en la iglesia, o la próxima vez que reces con un amigo o familiar, o incluso cuando sientas la llamada de Dios para hacer algo con tu vida, debes saber que Dios intervendrá en tu adoración y ejercerá su poder a través de ella. La presencia de Dios habitará en tu corazón y brillará en tu adoración.

Resumen de los Salmos